27/3/15

entre culebras y extraños, de celso castro

“… y no me preguntes qué es lo que yo considero importante porque no tengo ni la menor idea, que para mí un hombre no es más que un conjunto de aparatos, ya sabes, el respiratorio, el digestivo, el circulatorio, el... reproductor y el excretor, que es el último, (…) y todos esos aparatos son inútiles, no sirven para nada, únicamente para mantenerse a sí mismos, continuarse en otros o para algún placer asociado, o sea, para nada...”


Uno podría imaginar a celso castro como el eterno adolescente airado. No tanto a sus narradores, que obviamente lo son, sino al propio autor, enfrascado en un una lucha permanente contra un mundo hostil cuya lógica “adulta” no quiere (no queremos) entender.
Por eso queremos tanto a celso castro.

entre culebras y extraños puede ser la novela que cierra la trilogía de los “Relatos del yo”, iniciada con el afinador de habitaciones, continuada por astillas. Que lo sea, o no, es indiferente. De nuevo la radical forma de enfrentarse a la narración de unos hechos, que desde alguna otra perspectiva pueden considerarse triviales o cotidianos, supera los propios acontecimientos. Unas narraciones frenéticas, en primera persona, subjetivas casi hasta el solipsismo, egoístas, ingenuas y con una considerable carga poética, trasuntos de hipotéticos diarios adolescentes, pero en realidad consecuencias de una deliberada y estudiada puesta en escena, hacen que las novelas de castro se conviertan en un maelstrom literario que arrastra a las profundidades de los textos a sus lectores.

Y arrastrados a las profundidades de ese abismo narrativo, podemos (solemos) olvidar una de las peculiaridades de la literatura de Castro: que sus narradores no son del todo fiables. No lo son no por un deliberado intento de engañarnos, sino porque su bagaje cultural es interpretado desde su condición adolescente. No hay infidencia, sino más bien una visión personal del mundo que se corresponde con la edad del narrador, pero todo ello escrito desde la madurez del autor.

“ahora voy a saltarme todo ese lodazal de desprecio en el que caí y comentar brevemente dos aforismos de nietzsche:
1. quien se desprecia a sí mismo continúa apreciándose como despreciador
2. el único remedio contra el autodesprecio es ser amado por una persona inteligente

bien, del primer aforismo no sé que decir, ni qué estrecho consuelo podría extraer, porque el desamor te recubre de una capa de indignidad, y te juro que no hay posibilidad de aprecio o amor propio, en cuanto al segundo... tampoco haré ningún comentario y además no es el momento (...)”


No sé cómo calificar a eso que llaman “el panorama literario español”... digamos, para no ser extremista (hoy tengo un día más o menos benévolo), en el “conformista panorama blabla”... pues ahora estoy en un dilema, porque no me parece justo incluir a castro en ningún panorama. Digamos que sus novelas van contracorriente... o, mejor, que “el panorama” va de cabeza al abismo y que unos pocos escritores españoles se salvarán de esa debacle. Y, por supuesto, Celso Castro, con mayúsculas, se salvará. 

Se podría decir mucho más. Sí, por supuesto. Pero ¿de qué serviría?.
Leed las novelas de Castro.

No es una recomendación. Es una imposición.



1 comentario:

El alquimista del tedio dijo...

Hola.
Para mí leer a celso castro es una autoimposición. !Qué buena es entre culebras y extraños