11/10/15

Torero d' hivern, de Miquel Adam

Cuando Miquel Adam, aka Subal Quinina, aka L'artista abans conegut com Subal Quinina, viajó a New York, le propuse que se fotografiase recitando los poemas de "Ciudad del hombre, New York" de José María Fonollosa en cada uno de los lugares que dan título a cada poema. Con esto, creo que queda claro que me une a Adam, no me atrevo a decir “amistad” porque sería presuntuoso por mi parte elevar a ese estatus nuestra relación internaútica, pero sí una gran complicidad fundamentada en nuestra admiración por Bolaño. Así que lo que voy a decir quedará empañado por mi relación con el autor, lo cual es una lástima.

Por cierto, Adam no me hizo ni caso en lo referente a Fonollosa. Tenía cosas mucho más importantes que hacer. Como buscar una tumba en lo más profundo de un remoto cementerio de New York y beber ante ella un trago de vodka.
Eso se relata en Torero d' hivern.

Pongamos que hay dos niveles en los relatos de Torero d' hivern. Aquellos puramente ficticios, como el que abre el libro y aquellos basados en su experiencia laboral. Estos últimos son los más interesantes porque nos muestran un mundo (o un submundo), el editorial, en el que Adam quiere destacar todo aquello relacionado con la miseria y el fracaso. No despectivamente, entendámonos, porque está narrado con la suficiente ironía y desencanto como para que nos demos cuenta que la ilusión y la satisfacción del trabajo editorial llevan inherentemente la derrota y el fracaso.
De alguna manera Adam se convierte en el Harvey Pekar del mundillo editorial catalán... y no lo digo sólo por la falta de pelo. Me gusta ese narrador en primera persona airado y desesperado, que carga cajas y al mismo tiempo es capaz de empeñarse contra todos los obstáculos en editar autores tan valiosos como desconocidos como Dovlatov. Ese es el narrador que destacaría de Torero d' hivern.

También tengo que decir, antes de que intervenga el señor Lobo diciéndonos que vamos mal de tiempo y que no es momento de chuparnos las pollas, que como ocurre en la mayoría de libros que presentan una colección de relatos, el conjunto es irregular. Algunos de los textos bajan incomprensiblemente el nivel narrativo e incluso llegan a desviarse ostensiblemente de lo que podíamos (o querríamos que fuese) la idea general que recorre la mayor parte de los textos.

Así que permitidme que olvide esos (pocos) (dos) relatos y me quede con los del editor airado-desesperado, con aquellos en los que el autor juega a menospreciar (se) (al narrador en primera persona) y que nos dan una visión irónica y desmitificadora del mundo editorial.  

2 comentarios:

Allau dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lula dijo...

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